Con la obra de don Juan Tenorio de José Zorrilla estamos ante la leyenda de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina en 1630, la primera versión documentada del mito de Don Juan, pasando por la versión de otros escritores extranjeros como Molière o Carlo Goldoni, hasta la versión romántica que analizaremos a continuación.
Es importante precisar la poética del texto, puesto que, como recordamos la obra romántica o el drama se caracteriza por romper la regla de las tres unidades, no hay una única acción, no hay un único escenario,y la escala del tiempo es mucho más prolongada que un día como hemos visto.
Nos llama la atención el ingrediente novelesco y en este sentido cada uno de los actos hace alusión a esta intriga, a este interés novelesco de la acción, incrementado además, por el empleo del tiempo que lleva a cabo el autor. Si bien, este drama se divide en dos partes y si consideramos pues que, entre la primera parte y la segunda han transcurrido cinco años es muy importante analizar el desarrollo temporal de la obra, pues independientemente que hayan pasado 5 años de la primera a la segunda, vamos a ver que el ritmo temporal de la primera se sucede mucho más rápido, ya que lo que interesa ver es el ritmo aventurero y cómo a este seductor o burlador el proceso de seducción o de conquista de mujeres son una nómina de mujeres como otra cualquiera que consigue sin esfuerzo.
No obstante, este personaje está envuelto en un aura de misterio cuya vida está continuamente marcada por el trascurso del tiempo en relación con la apuesta entre don Juan y don Luis, puesto que en esta historia el plazo, el tiempo que afecta, es el tiempo que cada uno de los hombres tiene de vida para hacer buenas o malas obras, es decir, para su salvación o su condena.
En el Burlador de Sevilla, o en el de Gaspar Zamora actualizan la versión Barroca es un antecedente de don Juan de Zorrilla por lo tanto está en una cadena que nos lleva desde el Burlador Barroco hasta el don Juan Romántico. El tiempo es un tiempo religioso y espiritual nos habla de la salvación y la muerte.

En las escenas finales Inés habla de Purgatorio, ella ha muerto, pero Dios le otorga la posibilidad de permanecer en el Purgatorio y esperar hasta la rendición de don Juan, este hijo del mal, como continuamente se le denomina en la obra decidirá si condenará su alma y el alma pura de doña Inés o salvará ambas. Es esta una idea en la que sacamos varios esbozos sobre el fin de esta obra.
Por un lado, ante las continuas menciones o comparaciones entre don Juan y Satanás nos encontramos en un ambiente de continuo delirio y enajenación ante la incrédula mirada de don Juan, dándole la mano a don Gonzalo se nos representa el camino hacia el Infierno, pero nuestro personaje pide clemencia y piedad, así pues se le ofrece al cristiano desconfiado la oportunidad de redimirse mediante la figura de la dulce y cándida doña Inés, a la que pedirá su mano para arrepentirse y disfrutar con ella de tan recelada vida eterna, Se cierra la obra con la figura de un don Juan pecador que se redimió gracias al Amor.
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