lunes, 26 de mayo de 2014

Érase una vez, cuentos del Romanticismo.

Il était une fois, once upon a time, érase una vez... es esta estructura tan conocida y entrañable de los cuentos que hoy hemos heredado, mas, ¿cuales son sus antecedentes?


Únicamente podría ser en este periodo tan enriquecedor como es el Romanticismo, corriente que busca la evasión en lugares exóticos, historias de amor imposibles, anhelos más allá de lo nunca soñado. es pues en esta corriente romántica, evasiva y subjetiva donde se dan los albores de lo que hoy conocemos como el género de la cuentística. Así pues, los cuentos del Romanticismo español se comienzan a fraguar en los periódicos como publicaciones aisladas junto a las páginas de sucesos; ante estas historietas que comienzan a ser escritas por diversos autores como José Espronceda de manera alterna, sin ningún tipo de hilo conductor, que posteriormente eran reeditados y publicados en un solo tomo como fue el caso de la obra El Estudiante de Salamanca, de Espronceda, llegaron a ser el inicio de lo que hoy son denominados cuentos, es decir, pequeñas historietas con temas tan diversos como por ejemplo históricos-legendarios, fantásticos, de amor, de aventuras, populares, etc, que bien podían estar ambientados normalmente en escenarios caballerescos.



Estos escenarios caballerescos forman una de las características comunes entre estos cuentos, como bien podemos apreciar desde la tradición barroca de El burlador de Sevilla, pasando por El estudiante de Salamanca y por Don Juan Tenorio, de Zorrilla, están ambientados en sociedades estamentales en las que hay una nobleza que se mueve en el entorno de la Corte y por contraposición en los entornos más vulgares y populares, como se muestra en el cuento romántico Agonías de la Corte. Agonía Segunda de M. de los Santos Álvarez o en La noche de máscaras. Cuento fantástico de Antonio Ros de Olano.






No obstante, estos entornos podían verse convertidos en locus amoenus, en espacios por y para el amor, pero cargada del aura misteriosa que va de la mano del Romanticismo. Es esto palpable en cuentos como La peña de los enamorados de Mariano Roca de Togores, Marqués de Molins, y más aún perceptible en el cuento de Los tesoros de la Alhambra de Serafín Estéfanez Calderón donde además de ambientarse en un lugar real con una gran carga histórica como es la Alhambra se ve contagiado por la fantasía y además por la picaresca que lleva consigo el anhelo del Tesoro.

Por ende, estos ambientes tan evasivos como fantásticos constituyen parte fundamental de las históricas románticas, pues aportan una gran carga axiológica a la trama y a los personajes tan influenciados e influyentes en el medio.




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