Sin
lugar a dudas, podemos afirmar que la cultura más dada al goticismo, el
ambiente espectral y los fantasmas ha sido la romántica, siendo esta una de las
características que más ha trascendido de la misma.
Así
vemos que la apertura a una nueva mentalidad que legitima la imaginación
onírica como recurso literario va a provocar que no solo se representen los
sueños en los productos culturales románticos, sino también las pesadillas. Esta
fijación por la ultratumba se deja sentir en muchos aspectos culturales, no
solo en el literario.
La
aparición de fantasmas y seres de ultratumba resulta constante en algunas de
las obras más representativas de este periodo, por solo nombrar algunas, los
encontramos en El estudiante de Salamanca
y en Don Juan Tenorio, pero también
será frecuente la aparición de estos seres en el arte o lo que es aún más
sorprendente, en la vida social de los burgueses de la época, y es que los
efectos especiales no los creamos en el siglo XX.
En
la conferencia de D. Juan Carrete Redondo, «Goya. Disparates ¿Serviles y
liberales?», inscrita en el I Congreso
Liberal: La represión absolutista y el exilio, pudimos comprobar cómo esta moda
fantasmagórica se reflejará también en el arte, y más concretamente en la
colección de grabados “Los disparates” de Goya.
Carrete
Redondo realizó en su conferencia un análisis de los “Disparates”,
interpretando el fondo onírico e irracional de estos como una crítica al
absolutismo radical que persiguió a todo el entorno del pintor y ejerció
grandes presiones sobre él mismo tras la vuelta de Fernando VII a España y la
derogación de la Constitución de 1812.
Todos
estos grabados se caracterizan por mostrar figuras grotescas, deshumanizadas y
más bien pertenecientes al mundo de las pesadillas. Esto llevó al ponente a
hablar sobre las fantasmagorías y las proyecciones de linterna mágica, acto
usual en la sociedad de la época y que consistía en la proyección de una serie
de imágenes, en ocasiones fantasmagóricas ante un público, generalmente
perteneciente a la clase alta.
Como
suma del interés por lo supranatural y fantasmagórico, y las nuevas
posibilidades que la linterna mágica va a ofrecer, se sucederán por toda Europa
proyecciones de “fantasmagorías”, primero iniciadas en Francia y Bélgica con
Robertson, y más tarde en España por Juan Mieg, que definirá la
fantasmagoría como “el arte de hacer aparecer fantasmas,
espectros y otros espíritus por medios artificiales, una de las más bellas experiencias
de la física recreativa”.
Estas
proyecciones, tal y como podemos observar en el grabado, impresionaron
fuertemente a su público, poco familiarizado con los procedimientos efectistas
de este tipo y que tenían dificultades para determinar lo ficcional en estas
representaciones que tan reales se presentaban ante ellos.
Carrete
Redondo busca en su investigación algún nexo entre estas proyecciones de
fantasmagorías y la creación de los disparates de Goya, y quizás los haya, pues
ambos utilizarán una estética semejante, y se tienen datos de que entre los
años 1806 y 1819 se realizaron proyecciones de este tipo en Madrid, que quizá
Goya presenció.
De
cualquier modo, esta práctica social resulta de gran interés para comprender
hasta qué punto llegaba el interés de la sociedad de la época por los seres de
ultratumba que harán triunfar obras como El
estudiante de Salamanca, y desde otro punto de vista, la investigación de
este tema nos puede ayudar a trazar una historia sobre los efectos especiales
que poco a poco se irán introduciendo en nuestra vida cultural.
Para
saber más, puede consultar la bibliografía, que se encuentra en línea:
CANTOS,
Marieta. “Los dispositivos ópticos y su recepción en la prensa del romanticismo(1835-1868). Una aproximación” en Anales de Literatura Española, nº 25, 2013. Universidad
de Alicante.
FRUTOS,
Esteban. “La fantasía como género audiovisual”. En línea.
CARRETE,
Juan. “De dibujos, estampas y fantasmagorías en la vida de Goya. Apuntes paraun seminario sobre Goya y su contexto”. Seminario
Internacional celebrado en la Institución Fernando el Católico de Zaragoza. Zaragoza
los días 27, 28 y 29 de octubre de 2011. Zaragoza, Institución Fernando El Católico -
Diputación de Zaragoza, 2013, págs. 239-246.
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