jueves, 19 de junio de 2014

Comentario de La Regenta: entre Realismo y Naturalismo.

En esta última entrada, realizaré un comentario filológico sobre un fragmento de la obra La Regenta (1884), concretamente, nos referiremos a un extracto del capítulo XVI.

Por medio del estudio sosegado del fragmento señalado que va desde «El jueves Santo llegó con una noticia que había de hacer época en los anales de Vetusta », hasta «Una hora antes de obscurecer salió la procesión del Entierro de la iglesia de San Isidro», podemos encuadrar este texto en el movimiento literario al que pertenece.


Así, a la hora de adscribir La Regenta a un movimiento literario concreto, nos vemos obligados a matizar que, o bien es realista con gran influencia de lo naturalista, o naturalista con grandes rasgos realistas.

Sin embargo, optaremos por considerarla una obra realista con elementos claramente naturalistas, que sin duda recorrieron el mundo cultural hispánico aunque este movimiento no gozará de gran predicamento en España.

 La narración es eminentemente realista, pues se trata en esta de representar la realidad como si de un espejo se tratara, aspirando a la mayor objetividad posible. Así, el texto es un documento vivo de la sociedad burguesa de la época, cuestión que en adelante también trataremos.

La elección de un narrador heterodiegético, en 3ª persona, omnisciente y que nos cuenta la historia desde un punto de vista extradiegético nos enfrenta narratológicamente al prototípico narrador realista, que busca la explicación total del mundo; no excluyendo ni lo sublime ni lo grotesco, que se mezclarán en la narración.  

El estilo va a ayudar a la consecución de la sensación de conocimiento total por parte del autor, que nos va a presentar la historia como un todo, si bien en ocasiones pondrá el foco en un personaje concreto, como hará, por ejemplo, en este fragmento con el personaje de Ana Ozores, recurriendo a veces al recurso del estilo indirecto libre para transmitir los pensamientos de la misma.

Tanto el tema como su tratamiento son de índole claramente realista, ya que encontramos que es una literatura para las clases medias burguesas de finales del siglo XIX, que va a reflejar sus problemas y motivaciones. Además, el tema se trata desde la contemporaneidad, ya que la Vetusta que se narra es la de los lectores coetáneos al surgimiento de la obra.

Para acrecentar esta sensación de simultaneidad y aportar a su vez verosimilitud a la obra, se recurrirá a situar espaciotemporalmente la obra (Semana Santa vetustense). Además, se procede a describir con todo lujo de detalles los usos sociales propios de los pasos procesionales de Vetusta, e incluso se contrastan con los de otras zonas de la península, en concreto de Zaragoza.

La visión del autor de esta burguesía acomodada y aristócrata no parece ser precisamente positiva, sino que más bien se trata de una crítica directa a “la ciudad que duerme”, a los sistemas que mantienen el orden establecido y no se abren a la modernidad que poco a poco se va implantando en la sociedad española.

A la hora de intentar vislumbrar las intenciones del autor no se puede olvidar que Leopoldo Alas era un intelectual y librepensador influido fuertemente por todas las corrientes filosóficas europeas, y que va a alejarse de los dogmatismos e hipocresía de la clase dominante española.

Eso es precisamente lo que critica en la obra, y se puede apreciar especialmente en este fragmento, en el que la falsa religiosidad es el principal tema. Nos encontramos en un momento clave de la obra, justo cuando Ana Ozores se dispone a hacer el último acto de redención cristiana para con su padre espiritual, Fermín de Pas, que más parece para el lector un gesto de fidelidad al Magistral que un acto de verdadera piedad religiosa.

La sociedad vetustense, falsamente cristiana, se encuentra conmocionada ante la decisión de la Regenta de procesionar descalza el jueves santo. Tanto Obdulia como Visitación se muestran conmocionadas, escandalizadas, y la primera casi envidiosa por el papel protagonista que tomará Ana, y mostrarán una vez más su hipocresía  prestando más atención a la ropa que esta llevará que a las razones de la penitencia, que por supuesto serán vistas por ellas como una mala influencia de Don Fermín de Pas.

Aunque podríamos seguir desmenuzando los diferentes elementos que nos dan muestra de lo realista del texto, debido a que tenemos un espacio limitado, pasaremos a detallar qué encontramos del naturalismo en la obra.

Obviamente, la obra presenta influjos naturalistas, pues no hay que olvidar que Clarín fue un crítico literario además de escritor, y que estaba al tanto de las novedades literarias en la vecina Francia. A diferencia de otros escritores de la época, posiblemente haría una lectura del naturalismo francés más profunda de lo que se cree, y lo adaptaría a la realidad española con unos rasgos propios que incluyó en su obra. 

Así, en ocasiones nos encontramos con ambientes degradados, que muestran lo más bajo del ser humano (como puede ser el ambiente hipócrita de los salones vetustenses). Además, encontramos que, según la lectura que hagamos de la obra, el principal presupuesto del naturalismo se cumplirá en La Regenta, y es el de que  el ser humano se ve influido y abocado al fracaso por su herencia biológica y por el medio en el que vive.

Así, encontramos que en los momentos clave Ana pierde su religiosidad recordando las ideas de su padre (un liberal), y finalmente terminará la Regenta en caer en el pecado del adulterio, o como apuntaba en mi anterior entrada, a vivir la sexualidad humana, volviéndose “como todas”, colaborando de esa sociedad vetustense corrupta e hipócrita, que tira con desprecio la manzana que acaba de morder.

Para ampliar información sobre la influencia del naturalismo en La Regenta recomiendo el siguiente trabajo de Diego Martínez Torrón.


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