lunes, 2 de junio de 2014

Un canto al trabajo. «En alabanza de un carpintero llamado Alfonso»; de Nicolas Álvarez de Cienfuegos.

Es sabido por todos la concepción que del trabajo ha tenido la aristocracia europea, y en especial la española, desde que esta se constituyera como tal. El desprecio al trabajo manual como una actividad indecorosa e inútil fue una idea desarrollada por la civilización occidental –y también la semítica, pues así se refleja en la Biblia- durante siglos. Así, el sistema social se basaba en una clase social alta que dedicaba sus esfuerzos a un ocio recreativo o a actividades intelectuales, sustentada por un cuerpo de esclavos o súbditos que realizaban un trabajo manual, visto como una actividad deleznable.

Jean François Millet
El triunfo de la burguesía, grupo social que ha conseguido su posición por medio del trabajo, va a suponer que la visión del trabajo vaya a ir cambiando, considerándose como un elemento positivo, que hará al hombre más completo, y que según la filosofía alemana del siglo XIX, será la principal razón de ser del hombre.
El proceso ideológico que hará posible que la concepción del trabajo cambie de una manera tan drástica de un siglo a otro, puesto que este cambio se perpetuará principalmente entre los siglos XVII y XVIII, se verá ayudado de una serie de recursos no solo sociales, sino también literarios. Uno de ellos consistirá en la idealización literaria del trabajo como actividad moral.

En la poesía del siglo XVIII español vamos a encontrar cómo los moralistas españoles criticarán al aristócrata inútil, que dedica su vida a placeres hedonistas y no sirve de ejemplo de trabajo (aunque este sea intelectual). Observamos esta crítica en los versos de Jovellanos, procedentes de la sátira a Arnesto:

Ni el sudor frío, ni el hedor, ni el rancio
eructo le perturban. A su hora
despierta el necio; silencioso deja
la profanada holanda, y guarda atento
a su asesina el sueño mal seguro.

Del mismo modo, junto a esta crítica al noble inútil, se desarrollará una alabanza al campesino y al trabajador que dedica sus esfuerzos a crear una mejor sociedad, a cumplir su papel en ella con moralidad y rectitud. Este es el caso del carpintero Alfonso, protagonista del poema.  «En alabanza de un carpintero llamado Alfonso»; de Nicolas Álvarez de Cienfuegos.

Este poema forma parte de lo que consideramos neoclasicismo heterodoxo, puesto que aunque mantiene una temática dogmática y moralista, con un claro interés por la divulgación de las ideas ilustradas, se divulgará una idea aún mal vista por la ortodoxia aristocrática, como era el alabar el trabajo puramente manual, y podemos decir, “proletario”.

San José, carpintero. Georges La Tour
Del mismo modo, hay mayor laxitud en los esquemas métricos, que van a tender al prosaísmo, en este caso se recurre a una mezcla de endecasílabos y heptasílabos, además de la introducción de un léxico algo más coloquial del que se manifestaba en la lírica ortodoxa neoclásica.

En el poema, realiza un canto al obrero, en ocasiones casi revolucionario, en el que se alaba su esfuerzo sin llegar al punto de animarlo a sublevarse, como se hará en el siglo siguiente. No obstante, ciertos fragmentos parecen casi subversivos:

Fue usurpación, que la verdad nublando, A
distinciones halló do sus horrores B
se ilustrasen. Por ella la nobleza, C
del ocioso poder la frente alzando, A
dijo al pobre: soy más; a los sudores   B 

el cielo te crió; tú en la pobreza, C
yo en rico poderío, D
tu destino es servir, mandar el mío. D

Así, Cienfuegos reivindicará el papel del carpintero, que pese a que trabaja y es más moral que los nobles, no recibe más que desgracias como premio por su trabajo. Cabría añadir que la elección de la profesión del carpintero no me parece casual para iniciar la idealización del trabajo manual, sino que más bien es buscada, ya que esta figura tiene antecedentes idealizados en una de las obras literarias más conocidas en el mundo occidental: la Biblia.

En el siguiente fragmento, y a modo de colofón, reproducimos un fragmento de la obra en la que se aprecia la alabanza de Cienfuegos al carpintero:

ved entre los anhelos trabajosos,
el hambre y el oprobio sempiterno,
un Carpintero vil; inestimable
tesoro en él se encierra:
es la imagen de Dios, Dios en la tierra.     160
Es el hombre de bien; oscurecido
en miseria fatal, nubes espesas
su virtud anublaron, despremiada
su difícil virtud. Si enardecido
de la fama al clarín arduas empresas     165
obra el héroe, su alma es sustentada
con gloriosa esperanza;
mas la oscura virtud ¿qué premio alcanza?



No hay comentarios:

Publicar un comentario