miércoles, 3 de septiembre de 2014

El triunfo del Magistral. La Regenta (Capítulo XXVI)


En esta entrada vamos a realizar un breve comentario sobre el capítulo XXVI de la obra de Clarín La Regenta. La Regenta es considerada por muchos críticos, la obra culmen del realismo español, aunque combina influencias de otros géneros como el cuadro de costumbres o el naturalismo.

De acuerdo con su desarrollo temporal, la obra se podría dividir en dos grandes bloques, una primera parte que abarca los primeros quince capítulos que transcurren en tres días y se centra sobre todo en poner al lector en antecedentes y describir Vetusta. La segunda parte, en la que se encuentra el capítulo que vamos a analizar transcurre a lo largo de 3 años y es donde se desarrolla la mayoría de la trama. 

El capítulo XXVI podríamos decir que da comienzo a la parte final de la obra. En este capítulo, De Pas y Ana se reconcilian después del enfrentamiento que tienen en el capítulo anterior por los celos que siente De Pas. Como compensación Ana le promete salir descalza en Semana Santa. Por otro lado tiene lugar la muerte de don Pompeyo, un bien conocido ateo que en sus últimos momentos de vida decide convertirse y recibir la unción. Estos dos sucesos son una muestra de la victoria del Magistral que vuelve a controlar a Ana, y que ha conseguido convertir a su causa al ateo don Pompeyo.

Por un lado tenemos a Ana Ozores, quien arrepentida por lo sucedido con el Magistral, le escribe una carta que dice así 'Fermín: necesito ver a usted, quiero pedirle perdón y jurarle que soy digna de su cariñoso amparo; Dios ha querido iluminarme otra vez; la Virgen, estoy segura de ello …'

Esta búsqueda del perdón del Magistral, y la promesa de salir de penitente en Semana Santa, no son sino una demostración de fuerza de el Magistral. Como sabemos nos situamos en e siglo XIX, donde el clero ocupa aún una posición muy influyente dentro de la sociedad. Fermín, demuestra esa posición por medio de Ana.

Por otro lado tenemos a don Pompeyo Guimarán, que aunque se trata de un personaje secundario, su muerte sirve para reafirmar al Magistral en su posición de dominio dentro de la sociedad de Vetusta. Esto se aprecia claramente cuando don Pompeyo, un conocido ateo se encuentra en su lecho de muerte y le dice a Fermin ‘Pues usted dirá... don Fermín... yo soy esclavo de su voluntad...’.

Este capítulo, al igual que el resto de la obra, forma parte de la batalla constante entre el clero y los libre-pensadores burgueses por el poder en la ciudad de Vetusta. Aunque se trata de una ciudad inventada, podría considerarse como la representación de la sociedad española del momento. De esta batalla sale victorioso el Magistral, pero finalmente lo abandonará por Álvaro Mesias.

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